Max es un perro muy juguetón y le encanta masticar sus juguetes. Un día, en un paseo al parque, se tragó una pelota y nadie lo notó.
Pasaron varios días y el comportamiento de Max empezó a cambiar, estaba más tranquilo, siendo un perro muy activo, comenzó a estar más tiempo echado y se portaba mejor que nunca.
Una noche después de comer, observamos que bebía mucha agua, eso fue el primer síntoma. Después esa mañana, vomitó todo lo que había comido la noche anterior, sin digerir.
La peor parte, comenzó ese día en la tarde, cuando vomitó espuma y un poco de líquido, era un indicador que ya algo no estaba bien.
Luego en la noche de ese mismo día, el vómito era de color amarillo, muy abundante y al orinar, algo estaba pasando, el color era oscuro y tenía un olor fuerte. Max está mal. Se iba de lado. Allí decidimos correr directo al veterinario.
El especialista, al conocer todos los detalles ya lo sospechaba lo que tenía: una obstrucción.
Jugar en el parque le permitió tragar una pelota que para un perro de gran tamaño es un riesgo, mientras que para un perro pequeño, es perfecto.
Conocer el comportamiento común, observar al perro y conocer sus hábitos, permitió que Max se recuperara. Casi se muere.
No sorprende que numerosos estudios hayan llamado la atención sobre los peligros potenciales que plantean los objetos comunes, como los juguetes para masticar, así como también objetos comunes en casa.
Se recomienda hacer una revisión de los juguetes de tus perros o gatos, periódicamente, para evitar este tipo de accidentes. El veterinario explicaba, que es usual que a veces las mascotas se traguen partes del juguete, de trapos, de lo que consigan en su paso y sea masticable.
La cirugía de Max
El veterinario examinó de manera exhaustiva a Max, luego de dos ecos y estudios, el diagnóstico era claro: tenía una obstrucción intestinal y necesitaba operarlo de inmediato.
Fue una cirugía delicada pero pudieron sacarle el objeto extraño del estómago sin complicaciones.
Después de la cirugía, se debía observar muy bien el comportamiento y cualquier otro síntoma.
La dieta luego de la operación, consistía en comida líquida, es que parte de su intestino había sido suturado, para poder extraer la pelota.

Lo bueno es que el perro tenía un gran apetito pero resultó muy dura la recuperación, sobre todo porque siempre tenía hambre y no poder ofrecerle nada, entristecía a la familia humana de Max.
Max no se tocó los puntos, así que eso no era de preocupar, sin embargo, tenía hambre el 90% del tiempo, se bajó de peso rápidamente. Retornar a su dieta de sólidos, fue paulatino.
Actualmente está recuperado, pero mucho más vigilado, porque aunque parezca extraño, sigue metiéndose todo en el hocico y hay que estar pendiente de cualquier movimiento, para evitar que estas cosas se repitan.
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