Alana tenía dos meses y mi papá tenía que viajar, entonces me pidió que se la cuidara mientras él regresaba. Es que estaba muy pequeña. Papá regresó, pero yo no se la devolví. Me encariñé con ella. Ya han pasado 9 años.
Siempre ha sido muy sana, ha sido tan consentida que es malcriada ¿pero quién la crió? Jajaja es rebelde, mi cama es su cama, mi almohada es suya. Su debilidad, es su pelota y tocarle debajo de la pata. No le gusta.
Ama las panquecas y como no puedo decirle que no, ella se aprovecha y se come una, cada vez que preparo, ya sé que una, es para ella. Que por cierto, si uno se descuida, se roba la comida de la mesa.
Yo tuve que irme del país, tenía todo preparado, pero sólo tenía un cupo para el avión, así que me llevé a mi otra perrita y dejé a Alana con mis papás. Me propuse traérmelos a todos, no descansé hasta tenerlos aquí.
Este año, pasaremos nuestras primeras navidades todos en familia, aquí en Argentina. Es que Alana viajó en autobús, desde Venezuela, recorriendo todo el camino por el continente, hasta llegar aquí.
Fueron 12 largos días, se portó a la altura, toda una dama, ella parecía entender, que empezaríamos a escribir una nueva historia, nuevo clima, pero junto a su familia. Todos reunidos otra vez.
¿Que en algún momento tuvimos miedo, dudas? Por supuesto que sí, pero nunca, fue una opción “regalarla”. Ahora juntos escribiendo nuevas aventuras, porque Alana sí que tiene cuentos.
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